miércoles, 26 de diciembre de 2012

VALENTINA


Que lindo nombre tienes.
Casi puedo embriagarme sólo en él,
casi tanto como puedo perderme
en tus ojos con sólo verlos.
Todas las noches salgo en busca 
de sabiduría y de paciencia, 
es ahí donde miro al cielo 
y veo la luna y las estrellas.
Les hablo con sinceridad 
todas las noches desde hace mucho.
Les cuento de ti, 
de las sonrisas que me provocas,
de los momentos que comparto contigo 
y de los que no,
le cuento cuánto te extraño
y cuánto me encanta haberte conocido.
La lleno de preguntas 
que no siempre responde.
La luna sabe todas mis penas,
mi sufrimiento cuando no estás cerca,
ella sabe lo mucho que te quiero.
Nos tenemos confianza.
Ni siquiera tú sabes 
que te aprecio tanto.
No sabes mi color favorito, 
ni la música que escucho.
No sabes en qué gasto mi tiempo, 
ni sabes mis aventuras contigo.
Así mismo, yo no sé esas cosas sobre ti.
Ya tendremos tiempo para conocernos.
Cuando tú decidas quererme 
y cuando yo tenga el valor suficiente
para contestarte con un beso.
Entonces le contaré todo 
a la luna nuevamente,
pero lo haré contigo en mis brazos,
y ella estará celosa,
estará celosa porque al fin te encontré.
Pero te alumbrará todas las noches,
y me contará sobre tu sonrisa 
todas las noches mientras 
duermes soñando conmigo.
La luna y yo seremos 
tus eternos enamorados.
Más yo que ella, 
pero nos tienes a los dos.
Y te escribiré poemas, 
y te dedicaré canciones y letras,
y entenderás que te quiero sin decirlo,
y me querrás como yo a ti te voy queriendo.
No nos perderemos, pero si llegase a pasar...
Tus ojos siempre serán mi guía.
—Mireya López.

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